Moli
había recibido una carta de su amigo tuareg Moussa. En ella les invitaba a ir a
su oasis a él y a toda la clase para pasar allí unos días. Todos se pusieron
muy contentos y se prepararon para el viaje. Irían en avión hasta la ciudad más
cercana y luego en dromedarios, con alguna de las caravanas de tuaregs.
No se olvidaron
de los turbantes, la crema de sol, las gafas, unas mantitas para las frías
noches del desierto y unas cantimploras.
Cuando
llegaron al oasis no encontraron a Moussa por ninguna parte y aunque
preguntaron por él a muchos tuaregs que había por allí, nadie le había visto, y
lo peor de todo parecían muy enfadados con él.
Cuando se
metieron a dormir en la tienda oyeron unos ruidos y se asustaron. Y si es una
serpiente?? o un fenec?? o algún
escorpión???
Pero no,
no era nada de eso, era Moussa, que había entrado sigilosamente, sin que nadie
le viera.
-¿Dónde
estabas? Preguntó Moli. Te estábamos buscando!!!
-Lo
siento mucho contestó Moussa, pero no puedo volver al oasis así… Estaba a punto
de llorar!
-¿Qué te
pasa? preguntaron a la vez Izana, Andrea y Adriana,
y se echaron a reír al oírse…
- No os
riáis, si me encuentran los mayores me van a castigar, y no me dejarán ser un
tuareg como ellos.
-Pero
¡qué has hecho? Preguntó Gonzalo muy serio.
-¿Has
roto algo importante? Preguntó Juan.
-¿Has
desperdiciado el agua?, se le ocurrió a Daniel.
-A lo
mejor te has comido todos los dátiles y ahora no tienen para los demás, dijo Jesús.
-No, no,
no es eso, es mucho peor. Lloraba Moussa.
-Pues
cuéntanoslo y a lo mejor te podemos ayudar nosotros. Exclamó Nico.
Y el
pequeño tuareg les explicó que había salido con su dromedaria a llevar un
cargamento de telas a otro oasis que está bastante lejos, hacia el sur, cuando
les sorprendió una terrible tormenta de arena. Él se refugió con las telas y
esperó, pero cuando pasó la tormenta la dromedaria no estaba.
-¿ La has
buscado por allí? preguntó Claudia Oliva-Igual
está perdida y no sabe volver…
-Si, sí,
la he buscado pero nada, y si vuelvo sin ella el castigo será tan grande que me
da miedo… buahhhh!! Lloraba y lloraba.
-No
llores, nosotros iremos contigo a buscarla. Preparados chicos?? Dijo Moli.
-Preparados!!
dijeron todos a la vez.
-Tengo
una idea, exclamó Carla, haremos tres grupos, y
así buscaremos por tres sitios a la vez.
-De
acuerdo, contestaron todos.
Se
pusieron sus turbantes azules y llenaron sus cantimploras.
-El
primero que la encuentre que avise, eh!! Aconsejó Moli.
-Yo
llevaré mi cencerro y le haré sonar muy fuerte si la encontramos.- comunicó Noé.
-Buena
idea, yo iré contigo, dijo Salvador.
Hacía
mucho calor y mucho viento. Las dunas cambiaban de forma, pero no había ni
rastro de la dromedaria de Moussa.
-Tendremos
que volver al oasis, dijeron al cabo de unas horas Sheila
y Stéfani, ya no tenemos ni gota de agua!!
-Es
verdad!! A mí también se me está terminando… comprobó Carlota.
Casi de
noche, y con mucho frío, dos de los grupos de exploradores volvieron al oasis
cansados, tristes, porque no habían encontrado ni rastro de la dromedaria.
Faltaba
el grupo de Moli, Moussa y otros niños que aún no habían regresado.
Ahora
tenían otra preocupación más, seguro que no tenían agua, y en el desierto no se
puede sobrevivir sin agua!!!
Estuvieron
toda la noche vigilando el ancho desierto por si volvían sus amigos sanos y
salvos.
Al
amanecer vieron un grupo de tuaregs, volvían cantando muy contentos y traían
una dromedaria… y una cría!!
-¡La
hemos encontrado! dijo muy contenta Carmen al
llegar al oasis.
-¡Sí, sí,
se había refugiado detrás de una enorme duna y allí ha tenido a su cría.
Explicó Julia.
-Y claro,
como no quería dejarla solita hasta que no ha aprendido a andar no podían
volver aquí. Les contó Luján.
-Pero…
cómo habéis sobrevivido sin agua?? Preguntó muy sorprendida Claudia Álvarez.
-Muy
fácil, explicó Moussa, la dromedaria nos ha dado de su leche, con la que
alimenta a su cría…y también a nosotros. Muchas gracias chicos! sin vosotros no
lo hubiera conseguido.
Por fin
todos juntos y felices, porque la aventura había terminado bien, pasaron unos
días muy divertidos, en el oasis de su amigo Moussa, en pleno desierto del
Sahara.